La adopción y la adaptación

Las adopciones, y sobre todo, el aumento de la adopción internacional, ha convertido a España en uno de los países europeos con más tramitaciones en los últimos años. Debido a las diferencias físicas y culturales y sin olvidar la historia previa experimentada por los menores en sus países de origen, no es raro que puedan encontrarse dificultades a nivel social, escolar o familiar, así como problemas en el auto-concepto, inseguridad, miedos…

Uno de los temas que más se ha estudiado dentro de la adopción es la adaptación de los menores a sus nuevas familias, a su nuevo entorno y a su nueva vida. Se entiende por adaptación la capacidad de acomodarse a ciertas circunstancias y condiciones, tanto propias como de su entorno. Se trata de un proceso que comienza por una etapa conflictiva, continuada de una resolución progresiva de las dificultades. Por otra parte, hablaríamos de inadaptación cuando alguien no responde a sus propias expectativas o a las que los demás requieren de él, es decir, a las del entorno.

El concepto de adaptación es aún más importante al hablar de niños y niñas adoptados, sobre todo cuando proceden de otros países, con unas historias y unos factores previos que pueden influir en la adaptación de éstos a sus nuevos entornos.

FACTORES DE RIESGO

Existen ciertas variables infantiles de riesgo que son importantes tener en cuenta a la hora de evaluar el proceso de adaptación en los menores adoptados:

  • Si proceden de instituciones o de orfanatos: El tiempo que conviven en ellos, si es prolongado, puede repercutir negativamente en el proceso de adaptación. No dependiendo tanto del tiempo en el mismo si no de las características del centro: la desvinculación afectiva con la familia biológica, la falta de la individualidad ya que existen dentro de ellas muchos cuidadores, la falta de habilidades sociales, heterogeneidad entre los menores con los que conviven, reforzamiento de conductas negativas y relación inestable con adultos…
  • La edad de adopción de los menores: La adopción en edades más tardías puede conllevar una acumulación de experiencias adversas que pueden afectar a su desarrollo. El sentimiento de abandono parece existir tanto en las adopciones tempranas como en las tardías pero parece que el daño emocional es más prolongado en éste último caso, lo cual puede influir en los vínculos que se establezcan posteriormente. Por todo esto, puede que el proceso de acomodación a la nueva familia sea más complicado.
  • El haber padecido maltrato (físico o abuso sexual): lo cual puede suponer consecuencias emocionales: auto-concepto negativo, inseguridad, dificultad para expresar emociones…
  • Adopciones previas fracasadas: Conlleva dificultades motivacionales y emocionales a la hora de enfrentarse a una nueva familia. Muchos de estos menores pueden perder la confianza en el afecto de los adultos. El duelo por la pérdida de personas queridas puede mostrarse a través de conductas de indiferencia, oposición o ambivalencia, potenciar la creencia de que no son merecedores de ser amados, miedo a que las nuevas familias sean temporales y vuelvan a dejarles…

En resumen, existen diferencias importantes en cuanto a la edad en la que se produjo la adopción, si fue institucionalizado anteriormente o no y el tiempo transcurrido en la misma, la historia previa de abandono y/o malos tratos, adopciones previas fracasadas… es decir, cada menor posee una mochila a su espalda llena de experiencias que no pueden pasarse por alto ya que, pueden ayudarnos a entender las dificultades de adaptación de estos menores a su nuevo entorno y comprender muchos de sus comportamientos, miedos e inseguridades.

DIFICULTADES DE ADAPTACIÓN Y EVOLUCIÓN

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Por todo lo comentado hasta el momento, y sobre todo teniendo en cuenta los factores de riesgo mencionados, no se puede generalizar a la hora de hablar de las dificultades que los menores adoptados pueden padecer ni de la evolución de las mismas. Entre las dificul

tades más comunes se encuentran las que tienen que ver con el aspecto comportamental y emocional.

Uno de estos nuevos entornos a los que debe hacer frente es el ámbito familiar. Estos menores, pasan de estar en un lugar y con unas personas, a otro lugar nuevo para ellos y con personas totalmente desconocidas hasta el momento. Todo su entorno cambia. Algunas de las dificultades que se pueden encontrar son la hiperactividad, falta de atención y concentración, la dificultad afectiva, represión de sentimientos, dificultades de autocontrol, reclamo permanente de atención, instrumentalización de las relaciones, inseguridad, miedo al extraño, rechazo a alguno de los miembros de la nueva familia, regresiones y avances dispares, la agresividad, rebeldía, baja to

lerancia a la frustración, la celotipia o los problemas de sueño. Es por todo ello por lo que la adaptación familiar puede resultar complicada.

A nivel personal, el sentimiento de abandono les hace temer volver a serlo y cualquier crítica o riña puede ser vivida como un aviso de ello. Pueden tener sentimientos de poca valía lo cual interfiere en su autoestima y seguridad.

En cuanto al ajuste psicosocial se puede decir que los menores adoptados parecen mantener buenas relaciones con otros niños. Algunas dificultades de tipo social que se pueden encontrar pueden ser: conductas de inhibición social, algunos menores se pueden mostrar excesivamente tímidos siendo más fácil entablar amistad con niños más pequeños que ellos, o conductas de agresividad con sus pares. El hecho de decir mentiras, apropiarse de objetos ajenos… son conductas que también pueden aparecer. foto de pies

La adaptación a la escuela exige que el menor aprenda rápidamente como funciona (a nivel académico y a nivel social) para garantizar un buen rendimiento. En la escolarización pueden aparecer dificultades que afecten al rendimiento académico como son la atención, la concentración, la orientación espacio-temporal y dificultad de autocontrol.

Contrariamente a lo que puede creerse en un primer momento, aun siendo una población de alto riesgo debido a todas las variables y circunstancias adversas que les rodean, los niños y niñas adoptados parecen tener una buena adaptación a nivel general, es decir, no muestran más dificultades a nivel personal, a nivel social, a nivel familiar ni a nivel escolar, que sus iguales no adoptados. El proceso de adopción es un proceso que conlleva aspectos positivos para estos menores. Parece que las familias adoptivas son capaces de apoyar y salvaguardar lo suficiente el desarrollo posterior del menor adoptado como para que toda esta vulnerabilidad con la que parten, vaya tomando una trayectoria evolutiva normalizada.

Con todo esto podemos concluir que la adopción parece una buena intervención o por lo menos un factor protector para estos menores puesto que, las dificultades que aparecen en un primer momento van disminuyendo, e incluso desapareciendo, a medida que el menor se va integrando en la nueva familia. Es por este motivo por lo que también es importante ofrecer asesoramiento y ayuda post-adoptiva a estas familias después de que se haya llevado a cabo la adopción.

A través de la Psicoterapia se trabajan los aspectos antes mencionados (hiperactividad, falta de atención y concentración, la dificultad afectiva, represión de sentimientos, dificultades de autocontrol, reclamo permanente de atención, instrumentalización de las relaciones, inseguridad, miedo al extraño, rechazo a alguno de los miembros de la nueva familia, regresiones y avances dispares, la agresividad, rebeldía, baja tolerancia a la frustración, la celotipia o los problemas de sueño) que pueda presentar el niño, de tal forma que se le ayuda a avanzar y normalizar su adaptación y desarrollo.

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