Síndrome de Tourette

Definición

El Síndrome de Tourette es un trastorno neuropsiquiátrico que se caracteriza por movimientos convulsivos, repetitivos y producidos por la contracción involuntaria de algún músculo, denominados tics. Es un trastorno cuyos síntomas comienzan en la infancia (normalmente, entre los 7 y los 10 años), con componente hereditario y una gran variedad en cuanto a la intensidad de los tics, ya que, generalmente, aumentan y disminuyen. Este trastorno afecta a los varones en una proporción de 3 o 4 veces más que a las mujeres.

Esta enfermedad fue diagnosticada por primera vez, en 1885, por el doctor Georges Gilles de la Tourette, neurólogo a quien la enfermedad debe su nombre. Según fuentes de documentación, la han padecido personajes históricos tan conocidos como Napoleón Bonaparte o Wolfang Amadeus Mozart.

Sintomatología

El síntoma más característico de esta enfermedad, es la aparición de tics. Estos tics pueden catalogarse en simples o complejos. La diferencia entre unos y otros radica en el número de grupos musculares que se ven involucrados en los movimientos repetitivos y repentinos. Además, hay que diferenciar entre tics físicos (motores) y tics vocales (fónicos). Algunos ejemplos de tics motores simples son parpadear, encoger los hombros y mover la cabeza. Entre los tics vocales simples, encontramos toser, carraspear, olfatear e incluso emitir graznidos o gruñidos. Dentro de los tics motores complejos encontramos gestos de la cara combinados con sacudidas del cuerpo o torcedura del cuello y cabeza, saltar, doblar el cuerpo y patear. Los tics vocales complejos se refieren a la expresión de determinadas palabras o frases.

Dentro del Síndrome de Tourette, normalmente, el primer síntoma es un tic facial (comúnmente, un parpadeo de los ojos) para después verse ampliado el repertorio. Lo más frecuente es que cada paciente tenga su propia selección de tics y que éstos sean los que repite constantemente. Estos tics varían en cuanto a su expresión y su duración en el tiempo. En casos severos, pueden aparecer tics motores automutilantes como morderse los labios o golpearse la cabeza o la cara. En ocasiones, también aparecen tics que empujan a la persona a decir obscenidades o groserías (coprolalia) o a repetir las palabras o frases que emiten otras personas (ecolalia).

La aparición de los tics puede darse en varios momentos diferentes del día, pero empeoran en los momentos de excitación o ansiedad, y mejoran al llevar a cabo tareas tranquilas o que exigen un grado alto de atención. Generalmente, los tics son más intensos en los primeros años de la adolescencia y se va reduciendo su intensidad hasta la llegada de la edad adulta donde, en algunos casos, llegan incluso a remitir de forma espontánea.

Muchas veces, antes de algunos de estos tics aparece un impulso premonitorio, es decir una sensación que no se puede frenar en el grupo muscular afectado.

Causas

A pesar de los numerosos estudios de investigación que se han llevado a cabo sobre este síndrome, las causas son aún desconocidas. Lo que sí han descubierto, es que existen una serie de anomalías en ciertas áreas de cerebro y los circuitos que conectan esas áreas con los neurotransmisores. Estas regiones son los ganglios basales, lóbulo frontal y corteza cerebral.

Asimismo, hay una gran cantidad de investigaciones que sugieren que el ST es hereditario. Las personas que padecen esta enfermedad, tiene una probabilidad del 10% de transmitírselo a sus hijos. A pesar de esa transmisión, esto no quiere decir que el hijo vaya a desarrollar el trastorno, sino que tiene una predisposición genética a padecerla. Y esta predisposición genética no tiene porque llegar a desarrollar sintomatología suficiente como para hacer un diagnóstico completo.

Diagnóstico

Se considera que un paciente padece el Síndrome de Tourette cuando lleva con tics vocales o motores durante al menos un año. La forma de realizar el diagnóstico es a través de la observación. Es frecuente que este diagnóstico se haga tras mucho tiempo de padecer los síntomas, ya que en muchos casos se consideran los tics como irrelevantes o porque muchos médicos no conocen en profundidad este trastorno e interpretan mal los síntomas. Esto lleva a los niños que padecen el ST a situaciones de aislamiento. El hecho de que los tics aumenten o disminuyan según el grado de estrés al que el paciente esté sometido e incluso que haya temporadas en las que desaparecen, dificulta el tratamiento.

SINDROME DE TOURETTE Niña mirando por la ventana tristeTratamiento

A pesar de tratarse de una enfermedad crónica, hay tratamiento para que los síntomas mejoren. La decisión de poner o no remedio a este síndrome radica en cómo y cuánto interfieren y limitan los tics en la vida cotidiana de la persona afectada. Puesto que normalmente  estas limitaciones no son excesivas, es raro que se administre fármacos a este tipo de pacientes. En los casos en que estas limitaciones sí suponen una discapacidad en la vida ordinaria, existen medicamentos efectivos para tratar a estas personas y reducir las molestias que estos tics generan. Los medicamentos que se pueden utilizar son neurolépticos, pero son medicamentos con muchos síntomas secundarios y que no reducen la sintomatología al completo. Hay que tener en cuenta que no existe un medicamento que sea eficaz para todas las personas que padecen este trastorno.

Tanto en los casos en los que el médico valore que es positivo dar medicación al paciente como en los que no deba tomarla, se debe hacer una psicoterapia para que estas personas mejoren. A través de la psicoterapia, el paciente conocerá y se adaptará mejor a su enfermedad y forjará una autoestima más fuerte para que la enfermedad no la debilite hasta el punto de dificultarle su desarrollo personal. Además, en las sesiones de psicoterapia aprenderá herramientas para controlar mejor sus síntomas y técnicas de relajación que le ayudarán a que los tics puedan disminuir. Este síndrome trae en prácticamente la totalidad de sus casos, efectos emocionales y sociales negativos derivados que pueden ser resueltos en una psicoterapia. Todo esto contribuye a mejorar la calidad de vida de la persona afectada, que a fin de cuentas, es el objetivo principal de cualquier tratamiento.

Afectación en el medio escolar

SINDROME-DE-TOURETTE-niños-en-la-escuela

Los niños que padecen este síndrome sí suelen necesitar una serie de medidas específicas dentro del ambiente educacional, a pesar de que la inteligencia no se ve afectada ni disminuye en los pacientes con ST. Los problemas a la hora de aprender determinados conceptos, suelen ser causados por trastornos de atención o de conducta. En algunas ocasiones estas capacidades pueden verse reducidas ya que la atención y concentración del alumno está dedicada a intentar controlar sus tics. En muchos casos, ayuda el uso de ordenadores ya que el alumno afectado mantendrá mejor su atención.

Es de vital importancia que los docentes y personal dedicado a la educación de los niños conozca a fondo este trastorno para, de esa forma, poder ayudar a los niños que lo padezcan. El profesor debe lograr que se cree en clase un ambiente comprensivo y tolerante para que los alumnos también lo sean con el niño enfermo y su integración y relaciones sociales sean buenas. Sólo deben intervenir ante las conductas que interfieran notablemente el ritmo de la clase. Es importante que se le den poca importancia a los tics, para así favorecer a que el alumno sienta menor tensión y los tics aparezcan en la menor medida posible. Habrá que trabajar con ese niño habilidades sociales para enfrentarse a las situaciones de burla y rechazo que se puedan generar, y el colegio deberá manejar esas situaciones de una forma adecuada para proteger y ayudar al alumno afectado.

Algunos factores que pueden ayudar también a reducir el estrés del alumno pueden ser ponerles profesores particulares, hacer exámenes fuera del aula y, en algunos casos, sin tiempo límite… Dejar al alumno salir de aula en determinados momentos (por ejemplo, a hacer algún recado…) es positivo porque, de esa forma, podrá liberar sus tics sin la presencia de sus compañeros. Es bueno tratar de mantener y respetar al máximo (aunque con flexibilidad) las rutinas establecidas en el día a día. Los cambios que haya que incluir (ya que el alumno no se puede quedar marginado y necesita también de situaciones novedosas que le estimulen), habrá que hacerlos poco a poco y con la ayuda que el niño precise ya que todas estas situaciones tenderán a aumentar sus tics y su sintomatología porque aumentará el nerviosismo del paciente. En ningún caso se debe frenar al niño a la hora de hacer alguna acción que otros niños sí puedan realizar.

Con los niños que padecen este síndrome, es fundamental trabajar y favorecer su autoestima. Para ello, habrá que estimularles mucho y premiar las conductas que realicen de forma correcta. Siempre que se le ponga al niño algún castigo hay que decirle la razón por la que se le ha castigado. Nunca se le debe castigar ni encasillar por ningún comportamiento directamente relacionado con su problemática.

Para reducir la tensión y favorecer la movilidad, es positivo que el niño practique algún tipo de ejercicio físico. Pueden practicar deportes o juegos en equipo, pero con cautela para que estén bien integrados en la actividad.

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