El suicidio

  1.  Introducción
    1.1. El suicidio
    El suicidio es definido como la epidemia del siglo XXI (Mengual y Izeddin, 2012) y se ha instaurado como la primera causa de muerte violenta en el mundo. En 1642, Sir Thomas Browne, acuña el término suicidio con el objetivo de distinguir entre la agresión auto infringida y la violencia hacia otros.
    Según la World Health Organizatión (2012), el suicidio se encuentra entre las diez primeras causas de muerte en el mundo; al año, mueren en el mundo alrededor de un millón de personas y un 1.8% del total de los fallecimientos son por éste motivo.
    La OMS en el 2009, informó que las tasas de suicidio habían aumentado un 60% en los últimos 45 años y que el suicidio provocaba más muertes que los asesinatos y las guerras ya que cada 60 segundos alguien se quita la vida en el mundo.
    El suicidio representa la tercera causa de muerte de adolescentes en el mundo (Suk, et al.2009; World Health Organitation, 2001).
    En relación con el género, se ha observado que las mujeres presentan tasas más altas de conductas e ideación suicida que los hombres aunque las tasas de mortalidad son mayores en hombres (Moscicki, 1995).
    Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España, en el 2014 el número de suicidios alcanzó un record histórico por tercer año consecutivo y duplicó la cifra de fallecidos por accidentes de tráfico.

    1.2. Clasificación del riesgo suicida
    Bryan y Rudd (2006) han propuesto cuatro categorías de riesgo suicida:
    – Riesgo leve: No se han presentado intentos suicidas y la frecuencia, intensidad y duración de la ideación es baja.
    – Riesgo moderado: Existen planes con ideación suicida, posibles antecedentes de intentos previos y factores de riesgo adicionales.
    – Riesgo severo: Hay presencia de un trastorno mental severo, antecedentes graves de conducta suicida, plan de suicidio elaborado, manifestación de cometer el acto, situación socio familiar de riesgo y duda sobre la gravedad y del riesgo de intento inmediato.
    – Riesgo extremo: Inexistencia de factores protectores (familia estructurada con lazos familiares fuertes entre los miembros, estilo de vida saludable, espiritualidad o religiosidad e inteligencia).
    En estos dos últimos niveles es necesaria la internación voluntaria o involuntaria y deben tomarse medidas bien definidas de vigilancia y protección junto a pautas terapéuticas que permitan controlar el riesgo.
    1.3. Clases de suicidio
    Según Durkheim, existen tres tipos de suicidio:
    – Suicidio egoísta: La persona no puede adaptarse a las condiciones o normas de la sociedad y en vez de afrontarlo, opta por liberarse de éstas a través del suicidio.
    – Suicidio altruista: La estimación e identificación con el grupo al que pertenece la persona es tan fuerte, que sacrifica su vida por los demás.
    – Suicidio anómico: Se da cuando existe discordancia entre los valores del individuo y los valores sociales (Alcántar, 2000; Pereira Manrique, Cristancho, Criales y Sánchez, 2000).

    tristeza2. Evaluación del riesgo suicida
    2.1. Valoración de la ideación Suicida
    El suicidio puede definirse como un proceso que se inicia con una idea (ideación suicida), pasa por una etapa de intento suicida, para finalmente consumar el acto suicida propiciando la muerte del individuo. Eguiluz (1995) menciona que la ideación suicida es una etapa de vital importancia como factor predictor para llegar al suicidio consumado. En la ideación suicida intervienen diferentes factores y la identificación de éstos es muy importante en la prevención del suicidio.
    La ideación suicida se define como la “aparición de pensamientos cuyo contenido está relacionado con terminar con la propia existencia”. Pueden ser pensamientos referidos a la falta de valor de la propia vida, deseos de muerte, fantasías de suicidio y planificación de un acto letal. Este tipo de pensamientos, reduce la percepción de soluciones disponibles y conducen a un estado de desesperanza, aumentando la ideación suicida y la probabilidad de suicidio.
    En terapia, los pacientes con ideación suicida no siempre verbalizan éstos pensamientos y tampoco aparece como motivo de consulta. Para prevenir cualquier tipo de conducta suicida, es de gran importancia que el terapeuta sea capaz de reconocer los signos que alertan de la ideación suicida de su paciente.
    2.2. Valoración de los Intentos suicidas y autolesivos previos
    Identificar el número de veces que la persona ha intentado cualquier tipo de conducta suicida y la severidad de los actos.
    2.3. Identificación de los factores de riesgo
    Para poder determinar el riesgo de suicidio, es importante conocer los factores de riesgo en el individuo y realizar una evaluación inicial sobre el estado actual. Cuanto mayor número de factores de riesgo, mayor es la probabilidad de que la persona presente ideación o conducta suicida. Podemos distinguir varios factores:
    – Factores individuales: Depresión, trastorno de ansiedad, trastorno bipolar, trastornos psicóticos, trastorno de abuso de alcohol/sustancias, trastornos de alimentación, trastorno de la personalidad, impulsividad, agresión (Álvarez Ariza, et al. 2012)
    – Factores sociales: Tensión social, cambio de posición socioeconómica, redes de sociales de apoyo débiles, pérdidas personales, pérdida de empleo, catástrofes, aislamiento, exposición al suicidio de otras personas, violencia ambiental (Del Castillo, 2007).
    – Factores familiares: Familia desestructurada, vivencias de suicidio, divorcio, falta de muestras afectivas, abusos, problemas de comunicación.
    – Factores biológicos: Trastornos metabólicos, factores genéticos de enfermedades psiquiátricas en primer grado de consanguinidad, edad avanzada, adolescencia, enfermedades y dolor crónico, enfermedades terminales, deterioro cognitivo (Del Castillo, 2007).
    2.4. Objetivos en terapia
    El primer objetivo si se confirma la presencia de ideación suicida es asegurar la supervivencia del paciente. Esto implica reducir la posible impulsividad y desarrollar un plan para reducir el riesgo y proteger a la persona. Los principales objetivos y estrategias más habituales para intervenir en la ideación suicida son:
    – Ayudar al paciente a comprender por qué ha llegado a sentirse o a pensar de esta forma y darle información sobre el trabajo que se va a comenzar a hacer en la terapia.
    – Aclarar y confrontar las ideas que existen sobre el suicidio con el paciente, ya que existen múltiples mitos que dificultan la prevención de la ideación suicida.
    – Darle estrategias para conseguir el control de la conducta suicida en los momentos de malestar.
    – Reducir su ánimo depresivo
    – Identificación y reestructuración del pensamiento disfuncional hasta reducir los pensamientos suicidas.
    – Ampliación de las alternativas de solución hasta que perciba más salidas que el suicidio.
    – Fortalecer su red de apoyo social/familiar.
    – Prevención de recaídas.

    Bibliografía:
    repository.urosario.edu.co/bitstream/handle. “Diseño de un modelo de Intervención del Suicidio en niños y adolescentes” Benjamin Palencia Gualdrón. Universidad El Rosario. Universidad CES de Medellín. Bogotá, 2014.
    https://www.uam.es/centros/psicologia/paginas/cpa/paginas/doc/documentacion/rincon/protocolo_ideacion_suicida.pdf. “Protocolo para la detección y manejo inicial de la ideación suicida”. Marta de la Torre Martí (2013)Guía desarrollada por el Centro de Psicología Aplicada (CPA). Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
    https://www.uv.es/lisis/sosa/cap13/cap12-ideacion-suic-trillas-13 “Ideación Suicida”. Capítulo 12. Juan Carlos Sánchez, María Elena Villarreal y Gonzalo Musitu.

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